sábado, 30 de mayo de 2015

Una clase de filosofía


Este año ha sido el primer año que tengo filosofía en el instituto, y la verdad es que no esperaba que fuese así.          
                                                                    
Para empezar, me ha sorprendido la forma en la que se ha dado el material. El profesor, en lugar de mandar un libro, nos ha mandado bajarnos de su página los apuntes, cosa que me parece bien. Así no hace falta comprar un libro de texto que seguramente sólo puedas usar durante un año, y el profesor no se ve condicionado a seguir el temario del libro, sino que tiene un cierto margen de libertad (Dentro de que haya un temario obligatorio) para dar lo que le parezca apropiado.

Pero además de los apuntes de su página, tienes que coger apuntes en clase porque si no son difíciles de entender, además de que hay cosas que se dan en clase que no están en los apuntes y pueden entrar en el examen, lo que, desgraciadamente, te obliga a estar atento y no quedarte viendo embobado por la ventana a chicas que hacen Educación Física.

La forma de dar clase también ha sido distinta. Al mezclar la teoría de los apuntes con distintos ejemplos y explicaciones, se ha hecho amena, aunque tal vez algo lenta.

Los deberes también son curiosos. El tener que leerse artículos de prensa, escribir tuits y plasmar lo que piensas sobre el temario que se va dando en un blog (Como estoy haciendo ahora mismo) da más motivación que hacer los ejercicios 6 y 7 de la página 59, ya sea porque es más estimulante usar el ordenador que un boli y un lápiz o por la originalidad de estos ejercicios que no parecen ejercicios.

Pero lo que más me ha gustado es que acabamos aprendiendo de todo, no sólo filosofía. Me refiero a los “paréntesis psicopedagógicos” y a la forma que tiene de incitarnos a que busquemos aprender cosas nuevas.

Me ha parecido curioso que cuando alguien dice algo o hace algo que no debe, el profesor lo explica. Normalmente, los profesores no se paran a enseñar que no se debe de hablar de lo que no se sabe, o que el tener dudas y no preguntar o hacerse el gracioso en clase no te hace ser el macho alfa, o incluso que no se debe decir “salud” cuando alguien estornuda mientras otro está hablando en público.

También acabas aprendiendo alguna cosa de cultura general a base de poner ejemplos de lo que está explicando con obras de literatura o sucesos históricos, y te pica para que sigas informándote por tu cuenta (Aunque no estoy seguro de que esto lo haga adrede).

Para equilibrar un poco las cosas, después de haber dorado tanto la píldora, hay que decir que a veces las clases son bastante lentas, aunque la mayor parte de la culpa la tienen algunos alumnos que hacen preguntas sin coherencia.


Para terminar, quiero concluir diciendo que con este artículo no he intentado hacer la pelota a nadie, sino que sólo he intentado dar mi punto de vista sobre la clase de filosofía y el profesor, mi héroe y el mejor profe del mundo.

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